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Enquesta realitzada pel setmanari Destino a diversos poetes sobre les parades construïdes estables per a les floristes de la Rambla
La construcción del modelo para los nuevos puestos de flores de la Rambla ha llamado la atención de todos los ámbitos de la ciudad. A la rotunda condenación que del mismo se ha hecho, recogido en los últimos números de Destino, las más relevantes personalidades barcelonesas, nos ha parecido oportuno sumar hoy la noble y justificadísima voz de los poetas, unidos a las Ramblas por una entrañable …
Data inici: 07/05/1952
Data final: 07/05/1952
Segle: XX
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Contingut:
La construcción del modelo para los nuevos puestos de flores de la Rambla ha llamado la atención de todos los ámbitos de la ciudad. A la rotunda condenación que del mismo se ha hecho, recogido en los últimos números de Destino, las más relevantes personalidades barcelonesas, nos ha parecido oportuno sumar hoy la noble y justificadísima voz de los poetas, unidos a las Ramblas por una entrañable amistad lírica. En sus palabras hemos adivinado el eco de aquel verso definitivo: «No la toques ya más, que así es la rosa».
JOAN M. GUASCH
El delicado poeta de las «Pirinenques», conocedor ya del tinglado acabado de fabricar, quiso, sin embargo, hacer una nueva visita ex profeso a las Ramblas para entregarnos su cuartilla. Que dice así:
«Para los artistas, para los extranjeros y para el público en general, el cambio de mesas viejas de la Rambla de las Flores por otras nuevas, de pésimo gusto, resulta un mal negocio.
Nuestra «Vía Sacra» no admite mixtificaciones. La Rambla de Las Flores es toda una cosa, y son pocas las ciudades que posean una avenida tan llena de color y de gracia.
¡Qué diría, si pudiera hablar, el Palacio de la Virreina? Lo sé y no lo digo, por no ofender a los patrocinadores de tan desgraciada reforma.
Vengan flores y vengan parasoles, en las viejas mesas de la Rambla. Sus brazos centenarios sostendrán con más amor la riqueza floraI de nuestra tierra.»
JOSÉ M. DE SAGARRA
«Creo yo que ante ningún problema, más o menos grave, como el que presenta el intento de solución dado a los puestos de flores de la Rambla, ha estallado una tan rotunda, completa y absoluta homogeneidad de opiniones: el proyecto expuesto al público, para usar un adjetivo de moda entre los moralizantes, lo califico de rechazable. Si señores, rechazable e inaceptable en todos conceptos.
La maqueta, o la realización, que se expone a los transeúntes, podrá servir para vender caramelos, pelotas de cartón, perros sabios o lo que se quiera. Pero las flores se han de sentir en ella excesivamente incómodas.
Yo creo, como todo el mundo, que lo mejor es servirse de lo tradicional, sin variarlo en nada. Utilizando la única modificación que imponen la decencia, el aseo y la limpieza. Mármoles nuevos, sombrillas nuevas y dejar a las flores que pongan el resto.»
SALVADOR ESPRIU
Tampoco vacila Salvador Espriu al conocer el motivo de nuestra entrevista. Su juicio es breve, pero seguro:
Los antiguos puestos significan la mínima intervención humana en la espontánea presencia de las flores.
El organizado puesto que acaba de construirse, por el contrario, parece dedicado a
la venta de flores artificiales.
Unicamente lo primero –la natural floración de las cosas en un orden discreto y disimulado– constituye el signo esencial de lo mediterráneo. Es decir, de las Ramblas.»
JOSÉ M. LÓPEZ-PICÓ
Amablemente, rodeado por ese ejército de libros que hemos encontrado en casa de todos los poetas, López-Picó explica:
«Ahora, y siempre, respetemos lo que es respetable. Conservemos lo que no puede substituirse. Creo que debemos velar por nuestra Rambla, para que tal como la recibimos, podamos legarla a nuestros hijos.
El adecentamiento, la higiene, son problemas evidentemente hermanables con la tradición. Seria absurdo pensar que no pueda exigirse, ni por las floristas observarse, una depurada limpieza de los actuales puestos. Fácil es derribar y destruir. ¿Acaso no hemos perdido ya demasiadas rosas, no se han cortado ya en la misma Rambla varios árboles? Mi posición, pues, no puede ser más clara: los viejos puestos en la vieja Rambla. Quizá, no sé, las casetas proyectadas serian admisibles en la Diagonal, en otra calle de una nueva Barcelona. Pero la Rambla ya está bien, y cuanto menos se toque, mejor.»
Y nos lee ese fragmento de su «Lloa. Zodiac i Triomf de Barcelona», en el que llama a la ciudad «florista» en el mes de mayo, a quien «estreta et vé la Rambla de les Flors». y nos parece que si no le sobra a la ciudad ni un palmo de la Rambla, poco le gustaríá a López-Picó que la estrecharan aún más los tenderetes.
FERNANDO GUTIÉRREZ
El ganador del Premio de poesía «Ciudad de Barcelona 1950», poeta en lengua castellana, es, sin embargo, barcelonés por nacimiento. La conversación que hemos mantenido con él es, además, un exponente de su amor por Barcelona:
«Decididamente, no –nos dice–; soy enemigo de este proyectado cambio en las Ramblas, en cuyo ambiente y espíritu el nuevo puesto de flores desentona como desentonaría una silla tubular de clínica, por ejemplo, en un salón isabelino ¿Por qué estropearlo todo?
No. Hay que conservar el sabor de las Ramblas. Pocas calles y pocas cosas, desgraciadamente, debe cuidar Barcelona con el mismo interés. La ciudad es, relativamente, moderna.
Por otra parle, seré siempre anti-barraquista. Barcelona sufre ese atroz y persistente barraquismo tan poco latino. Todo –flores, libros, juguetes– se mete en barracas. Las flores, los juguetes y los libros son siempre más bellos que las barracas que los aprisionan. Que repinten los antiguos puestos, recompongan los mármoles rotos, exijan una limpieza perfecta. Todo ello es compatible con el respeto que debemos todos –poetas y no poetas– a la Rambla de las Flores».
MIGUEL SAPERAS
«Tal vez hayan creído ustedes que me otorga derecho de opinión el poema «Rambla de les flors» de mi libro «Paisatges», que ha sido reproducido varias veces, en Cuba y Argentina inclusive. ¡Ah, y puede que sí: porque siempre fui un «ramblaire» soñador!
El encanto de nuestras Ramblas radica indudablemente en su atmósfera, una y plural como en ramillete. Canaletas, Pájaros, Flores, Centro, Santa Mónica: luz. color, dolor… Aire de sonrisas, de beatitud franciscana, de chisporreteo de rosas y azules y verdes y rojos, de letargo en scherzo infinito, de tragedia brutal y miserable entre gritos de silencio… Y allí mismo el mar, cono un abanico de bajeles y gaviotas. Y en el corazón de la noche, entre las estrellas y nuestras Ramblas, un dosel de pardales que nos invitan a meditar la parábola divina. Todo lo que tienda a mixtificar esto, esto tan barcelonés, tan superlativamente nuestro, de lo que hemos llegado a adjetivar como «nuestra vía sacra», merece una repulsa.
Concretamente, en mi modesta opinión, bien estaban como estaban los puestos de la Rambla de las Flores, pero «limpios y adecentados», como defiende DESTINO, y seguirán
…en coda ombrel•la / un vaitot de perfum i passió. / La llum cruixeix com una passarel•la /sota el parrup d’un pardalet nadó».
M. MANENT
Manent habla tranquila y rotundamente:
«Sin duda alguna, el nuevo puesto constituye un evidente desacierto. Es excesivamente voluminoso para la Rambla de las Flores, y parece detener la circulación del aire, ese aire que se desliza tan finamente por entre las flores de los viejos puestos.
Por otra parte, no basta «ver» el único modelo acabado, sino que es necesario «imaginar» cómo quedaría la Rambla si se substutuyeran todas tas mesas por una doble hilera de esos armatostes. Y una Rambla de tiendecitas encajonadas parecería mucho más angosta.
Cierto que los puestos actuales están en pésimo estado. La solución mejor, a mi entender, podría ser su adecuada restauración, reponiendo los hierros comidos por la humedad, y pintando el conjunio quizá de blanco, de azul claro, un color alegre. O también intentar una interpretación moderna de los mismos puestos, siempre respetuosa, que se limitaría a una ligera estilización de las mesas.
Lo que no puede admitirse es que la flor pierda su primacía y que la Rambla de las Flores se convierta en la Rambla de los tenderetes».